sábado, 28 de julio de 2012

Dioses de las estrellas y/o infestación de alimañas.


¿Habéis pensado en que las formas de vida pueden ser una anomalía?. Si, empiezo ya por el tema principal de la entrada y paso de andarme con rodeos.


Siempre he oído la típica misántropia de adolescentes quinceañeros que acababan de leer a Nietzsche y ecoterroristas que aseguran que el ser humano es la especie mas cruel de la tierra, que somos un virus, que fuimos un error de la naturaleza, pues fuimos el hijo desagradecido que decidió mutilar a su madre.

Y yo pregunto, algo como la vida, que por la estructura del universo parece que es tremendamente escasa y que dado que los planetas de los que surge y de las estrellas de las que se alimentan (por que todas necesitan en alguna medida luz o calor) también están destinados a morir, y no parece haber ninguna manera de salvarse de la extinción de la estrella de la que te alimentas como ser vivo. ¿No es sino acaso un accidente? ¿Un pequeño (gran) fallo en el diseño que dentro de lo caótico y azaroso es preciso y predecible?.



Quizá deberíamos dejar de pensar que es nuestra esencia como seres humanos, o nuestra esencia como mamíferos los que nos ha llevado a la violencia que plaga nuestra historia y nuestras vidas y a canibalizar todo lo que nos rodea y pensar que no es sino la naturaleza de la propia vida: Una capa de polvo y moho que cubre las esferas perfectas que son los cuerpos astrales y estos, perfectos en su ciclo y su desarrollo se ven abocados a una muerte rápida pero más dolorosa y menos digna que si fuesen simples cúmulos de lava como Venus o gigantes de gas como Jupiter.

Mientras el ritmo de las galaxias y del universo donde reposan es de millones de años, los vivos cambiamos, crecemos y morimos a cada segundo, minuto, hora, día, semana y mes que pasa. El reloj universal y el de las formas de vida no están sincronizados, y la tensión que crea está diferencia es latente.  



Pero al igual que para un corcel los tábanos que le atormentan no dejan de ser insignificantes y puede librarse de ellos con su cola, para los cuerpos astrales que forman el cosmos también les es extremadamente fácil librarse de nosotros. Un pequeño cambio climático, imperceptible desde el espacio, puede ser letal para la gran mayoría de formas de vida de la Tierra. Al mundo le da igual que erijamos nuestros mayores monumentos, casas, fabricas, granjas bajo uno de sus montes: Cuando llegue el momento ese monte escupirá fuego, y poco importa que se ponga por delante de las llamas y el magma.  

Y si llega el momento en que podamos domar nuestro planeta, tendremos aún así el duro reto de intentar controlar el verdadero elemento principal de las galaxias, las estrellas. El Sol llegará un momento en que su propio ciclo de crecimiento le llevara a tragarse nuestro mundo o a dejarlo congelado y a nosotros abandonados sin su calor.



Ahora bien, ¿estoy diciendo que deberíamos simplemente extinguirnos, para dejar que la perfecta maquinaria universal vuelva a estar incorrupta y limpia?. Ni mucho menos, ya sea nuestra existencia parte de la naturaleza o una anomalía, estamos hechos para sobrevivir y expandirnos, cueste lo que cueste, sea donde sea, aunque tengamos que dejar nuestro mundo arder y tengamos que domar las propias estrellas.

Solo señalaba que quizá el roce entre nuestras ansias de consumir y de modificar nuestro entorno y el ciclo "natural" del ecosistema, no sean una abominación contra natura, sino más bien que como todo ser vivo, nuestro comportamiento se reduce al de un virus que debe saber como controlar su expansión para poder expandirse de forma ilimitada a largo plazo. Es decir, no es un error nuestra naturaleza, sino que la naturaleza de lo vivo y de lo inerte puede estar disociada.  



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